He crecido imaginado y soñando despierta… (y aún lo sigo haciendo). Rara vez imagino una nueva historia llena de vida. Entonces es cuando sin perder demasiado tiempo abro mi mochila y saco mi cuaderno de notas y empiezo a perderme entre sus páginas en blanco…
Así es como he descubierto realmente quien soy… Escribiendo…
Muchas veces escribo porque me siento inspirada, y como ya he dicho antes alguna nueva idea empieza a crecer dentro de mí. Otras muchas lo hago por pura necesidad. No sé si os pasa a vosotras pero mi estado de ánimo es como una jodida «Montaña Rusa». Hay momentos en las que me siento como si me fuera a comer el mundo (siempre suele ser después de tomarme el segundo café de la mañana), pero muchas otras me siento como una fracasada con todas sus letras y eso se debe a… (no tengo ni idea…). Lo que trato de explicar es que ya sea de una manera u otra necesito sacarlo de dentro… Ahí es cuando plasmo en mi cuaderno todo esos sentimientos que me remueven por dentro. En muchas ocasiones (en casi todas) lo suelo utilizar en mis historias porque me hacen meterme de lleno en ese mundo que yo misma creo y de la que formo parte.
Mi cariñosa tía me repite una y otra vez que tengo que salir más y relacionarme con chicos de mi edad y no es que piense que no tiene razón, al contrario, siempre se la doy… Pero aún me siento desubicada…
Aun así la otra tarde después de comer quise seguir sus consejos y decidí dar un paseo cerca del río. Fue en ese momento cuando me di cuenta de lo que me estaba perdiendo… Aparte del maravilloso paisaje me crucé con los ojos y la sonrisa más auténtica de este mundo.
No nos saludamos, tampoco nos sonreímos, ni siquiera creo que se acordara de mí… Pero yo me llegué a preguntar durante muchos años de mi vida que sería él…