ESTA ES MI HISTORIA (quinta parte)

Me encuentro sentada en la terraza de mi cafetería favorita con vistas al mar. Las lágrimas invaden toda mi cara mientras no dejo de escribir “Mi historia”. No me fijo si alguien me mira o no, porque me da igual, me siento bien escribiendo…

Claudia ha dado en el clavo y una vez más reconozco que se lo tengo que agradecer.

 -¿Lidia?

Cuando escucho mi nombre me seco rápidamente la cara y luego alzo la mirada de mi blog de notas para ver quien me ha llamado.

-No me recuerdas, ¿no?

Reacciono al momento.

-¿Hugo? -Por fin caigo en la persona que tengo delante de mí.

Me levanto con rapidez y nos saludamos con un efusivo abrazo y dos besos.

-¡Madre mía! ¡Cuánto tiempo sin saber de ti!

-Más bien años… -Cuando lo digo los dos nos reímos nerviosos.

Hugo vivió en mi barrio durante una larga temporada, de pequeños jugábamos junto a mi hermano. Prácticamente los tres crecimos juntos.

Fue mi primer novio de la infancia y me dejó muy marcada. Es el primer recuerdo que se me viene a la cabeza y eso me hace sonreír.

-¿Te puedo acompañar?

-Claro que sí… siéntate conmigo y cuéntame qué es de tu vida. -Le pido mientras yo tomo asiento de nuevo.

Nos pasamos parte de la tarde poniéndonos al día. Me cuenta que trabaja aquí en Cádiz desde hace por lo menos tres años. Yo no me lo puedo creer que hayamos estado tantos meses uno tan cerca del otro sin habernos cruzado ni una sola vez. Me dice que trabaja en el hotel de su tío y ahora es cuando comprendo el que no nos hayamos visto antes. Hugo trabaja a turnos y cuando está de noches, duerme de día y ahora en temporada alta hace doblete de turnos. Me explica.

Yo le cuento que vivo en Conil de la Frontera desde hace ya cinco meses. Más exactamente desde que empecé a trabajar en una editorial comprobando manuscritos.

-Y hoy estoy de día libre. -Le termino diciendo con algo más de alegría.

Es agradable estar conversando con Hugo, las horas se me pasan volando, nuestra conversación es fluida y me siento muy cómoda. Aún no me puedo creer que esté sentada aquí, con él… Había pensado tantas veces en esta situación que ya lo veía imposible porque apenas sabía de él, solo las cuatro fotos que veía por Instagram.

-¿Y Carlos qué se cuenta?

Cuando escucho el nombre de mi hermano el mundo se me vuelve a caer encima y un nudo gigantesco se me hace en la garganta. No me lo pienso mucho antes de contarle toda la historia de carrerilla.

-Carlos murió hace dos años -la voz se me quiebra, pero antes de que pregunte nada más sigo contándole sin entrar en demasiados detalles-. En un accidente de trafico. Yo fui la única que sobrevivió a aquello.

La cara de Hugo se descompone en milésimas de segundo. Se ha puesto tan blanco como la arena de esta playa y yo no puedo evitar que mis lágrimas invadan de nuevo mis ojos. Trato de contenerlas porque no quiero llorar.

-Yo… lo siento. No me lo puedo creer. No tenía ni idea. De verdad que lo siento Lidia. No sé qué decirte… Yo…

-No hace falta que digas nada Hugo. Ya está todo hecho…

-Y tú… ¿Cómo estás? -Me pregunta con cariño.

Me lo pienso dos veces antes de contestarle.

-Sola y sin ganas de nada Hugo… Solo pienso en que tenía que haber sido yo la que se tenía que haber ido y no ellos. Haría lo que fuera por cambiar los roles.

-No digas eso Lidia. Las cosas no pasan como nosotros queremos.

Hugo ahora está sentado justamente a mi lado y me abraza. Se me hace algo raro, pero me hace sentir bien, es agradable su apoyo…

-Es injusto Hugo. -Le digo entre sollozos-. Carlos tenía toda su vida por delante. Acababa de terminar su carrera de derecho y se había matriculado en el master de abogacía. Y mi madre… desde ahora estaba empezando a disfrutar de la vida junto a nosotros.

Me escuecen los ojos de contener las malditas lágrimas. Me sorprende que no me cueste hablar del tema con Hugo… Me separo un poco de él, nos miramos y cuando ve las lágrimas por mi cara las seca con sus pulgares…

Continuará…