
A veces los sueños dejan de ser sueños, la realidad es la que nos toca vivir sin poderla cambiar. A veces nos apagamos poco a poco sin entender muy bien el por qué. Dejamos de luchar porque sí, dejamos de ver las cosas que nos rodean para no ver nada… para no ver más allá.
A veces dejamos de pensar e incluso de actuar y nos abandonamos a nosotros mismos sin entender muy bien por qué lo hacemos, simplemente porque sí. No nos importa el tiempo, ni siquiera nos importa si después de la tormenta llega la calma…
Ya todo da igual… él se ha ido, no volverá y yo estoy sin estar…
Viva por fuera y muerta por dentro.
Un cuerpo que no sirve para nada, una mente que no piensa en sí, una mirada que no ve… Un corazón seco, unas lágrimas sin lágrimas, una sonrisa que ya no existe porque ya no queda nada…
¿Por qué?
Porque todo se ha perdido… Y yo… sin quererlo me he quedado.
Un día en el que todo empezó tan lleno de vida, un día en el que todo era tan perfecto, un día que existía eso que se llama alegría. Otro día tan lleno de besos y caricias, de miradas que te hablan de amor, de sonrisas que te susurran lo bonito de la vida. Toda yo, así era como me sentía…
Hasta que él… me dijo adiós sin quererlo, hasta que su cuerpo se apagó sin remedio, hasta que su mente se marchó para siempre llevándose con él sus recuerdos… Mis recuerdos.
¿Qué pasó?
Que él se fue y yo me quedé…
Un accidente, una llamada sin un adiós, sin un beso, sin ningún te quiero… Una llamada que me cambió, que me enterró viva, que me quitó los sentidos y las ganas de existir…
¿Por qué?
Porque no hubo un adiós ni último beso ni un último te quiero…
Continuará…