Y ahí estaba ella…
Sin sueños que cumplir, sin nada por lo que sonreir, sin nada por lo que luchar.
Solo ella y sus pensamientos…

Me encantaría haberme acercado hasta ella, apoyar la palma de mi mano sobre su cintura baja, mirarla a los ojos y leer esos pensamientos que la tenían hastiada. Lejos de la realidad.
Me hubiese gustado haberme acercardo hasta ella para tranquilizarla con una sonrisa y luego decirle que pasara lo que pasara seguro que iría bien porque todo en la vida tiene solución… menos la muerte.
Me hubiese encantado haber sido capaz de decirle algo más allá de toda la realidad, algo más profundo que sus pensamientos, algo más intenso y verdadero… Solo para hacerle ver que hay mucho más de lo que ella imagina.
Pero no lo hice…
No me acerqué hasta ella, no le susurré al oído todo lo que tenía preparado, no le hice ver todo los que nos ofrecía la vida… No lo hice… Porque no me dejó tiempo.
Porque se marchó perdida en sus pensamientos, se marchó sin ni siquiera saber de mi exisistencia…
Se fue sin decirle adiós a la vida.
Día uno de mayo de dos mil veinte. Mi visita a la playa se hizo como una rutina diaria desde el momento que la ví a ella. Sentada en la orilla. A veces mojandose los pies, otras simplemente, su presencia perdida…
Hasta que un día dejó de estarlo…
Así, sin más…
Y yo… Aún sigo aquí, esperando verla sumergida en ella misma. Con la esperanza de hablarle algún día y hacerle ver que la vida es bonita…
Pero ella se fue para no volver.
FIN